Gino, el inventor

Gino, el inventor que Obama puso como ejemplo en gira por Argentina

Inventó una prótesis de mano en 3D a la que se le puede integrar componentes para hacerlas más útiles. Enfocado en niños, por ahora, su invento se ganó la admiración del presidente de Estados Unidos, Barak Obama, en su reciente visita a Argentina.

PC World en Español|vía El Clarín Argentina

Es un chamo, chico, chaval o pibe de 20 años y ya tiene historia en el mundo de la invención. Se llama Gino y desde que tiene unos 16 años, viene emprendiendo enfocado en el mundo de la impresión en 3D.

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en un encuentro con más de mil emprendedores en su reciente visita a Argentina, lo mencionó como un ejemplo, pues el joven con su equipo de trabajo se enfocó en desarrollar prótesis para niños con componentes adicionales que las hacen más útiles, además de que su trabajo está más enfocado en ayudar a mejorar la vida de niños con problemas o impedimentos. Hasta ahora tiene unas 1500 peticiones y la mayoría de ellas las entregará de forma gratuita. “No estoy haciendo las cosas por dinero, sino más por ayudar a cambiar el mundo”, dijo en una reciente entrevista.

Del diario El Clarín extraemos parte de la historia del inventor argentino.

Sobre la calle Santo Domingo, en Pompeya, una mujer de unos 50 años abre la puerta. “Soy Marta, la mamá de Gino. El los espera arriba”, se presenta. Su casa, repleta de fotos familiares en las paredes, tiene un pequeño taller en un entrepiso, donde se ven instrumentos y manos de plástico. “Este es mi lugar”, anuncia Gino Tubaro, el joven inventor que se hizo famoso gracias a la prótesis de mano que creó con una impresora 3D. “Anoche dibujé hasta las tres de la madrugada, pero acá estamos: trabajando.”

Gino tiene 20 años, fue al colegio Bernasconi durante la primaria, al Fray Luis Beltrán en la secundaria y, en tercer año, ingresó al colegio ORT gracias a una beca. “No te puedo explicar lo difícil que fue el curso de ingreso”, cuenta este Jimmy Neutrón moderno. Para poder estudiar ahí tuvo que aprender hebreo. “Aprendió a los golpes. A los 15 días ya escribía en hebreo como si nada. También habla inglés perfecto”, cuenta orgullosa su mamá. Una anécdota de su infancia lo marcó. “Tenía una profesora de plástica que me hizo dibujar un avión en cartón sobre una tabla de madera. Yo le dije que a mí me gustaba cómo me había quedado, pero ella decía que le faltaba profundidad. Le contesté que mi avión era aerodinámico, pero ella aseguró que yo no iba a ser nada en la vida.” Su primera piedra en el camino. Un trauma.

Lee la historia completa en www.clarin.com