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La tecnología ha cambiado el camuflaje en la guerra moderna

Los ejércitos no sólo tienen que saber luchar. También necesitan saber esconderse... y eso implica no subir tiktoks.

La tecnología ha cambiado el significado del camuflaje en la guerra moderna.

El cada vez más arraigado uso de la tecnología en nuestra vida cotidiana, junto con avances tecnológicos exponenciales, ha hecho que el significado del camuflaje en el contexto de la guerra moderna se haya visto trastocado.

Desde drones espía, rastreo por satélite y señales electromagnéticas, hasta tiktoks de los soldados que revelan su posición. La guerra ya no es lo que era, y no basta con pinturas faciales y estampado de camuflaje.

Un arma de doble filo

A lo largo de los años, la tecnología ha hecho cada vez más difícil pasar inadvertido. Cuando el recién inventado avión comenzó a usarse para reconocimiento en la Primera Guerra Mundial, los comandantes se dieron cuenta de que no solo tenían que disfrazar sus posiciones en las trincheras.

Hoy en día, existe un número creciente de nuevas tecnologías para la observación. Los ejércitos, como todos los demás, tienen que volver a aprender a ocultarse.

La guerra de Ucrania

Esa parece ser una de las lecciones que los estrategas militares están aprendiendo de la demoledora guerra en Ucrania. Así lo explicaba el general James Rainey, comandante del US Army Futures Command, en una entrevista con Bloomberg esta semana.

Gran parte de lo que hacemos consiste en que el enemigo no te vea ni te encuentre.

Pero ahora el enemigo puede verte cada vez de más maneras. Pueden rastrearte con satélites o con drones baratos disponibles en el mercado. Pueden localizarte rastreando las señales electromagnéticas de tus propios dispositivos de comunicación.

Y también pueden seguirte en las redes sociales. El ejército ucraniano ha podido interceptar ataques del otro bando gracias a los vídeos que los soldados rusos suben a TikTok.

El arte del engaño

Hace varios años, analistas independientes se dieron cuenta de que el personal militar estadounidense en servicio activo que publicaba sus entrenamientos en la aplicación de fitness Strava revelaba la ubicación de bases secretas en Afganistán y Siria.

Aún así, señala Rainey, ser visto “no significa que el enemigo pueda entender lo que está viendo”.

Aunque Rainey no establece la conexión por sí mismo, un caso de estudio es Hamás, que logró planificar y llevar a cabo con éxito su ataque terrorista contra Israel y matar a 1.400 personas, en su mayoría civiles, incluso cuando la inteligencia israelí lo seguía de cerca.

Los líderes de Hamás parecen haber hecho esto, en parte, ofreciendo información errónea en llamadas telefónicas que sabían que estaban siendo escuchadas.

En otras palabras, en un mundo de vigilancia ubicua, no basta con esconderse. Hay que saber engañar.