Seis aplicaciones robóticas que no conocías

2. Reciclaje

Los expertos en robótica suelen hablar de las tres D (Dirty, Dull ans Dangerous): “Si un trabajo es sucio, aburrido y peligroso, es un trabajo para robots”. Esa es la premisa que ha llevado a Sadako a idear unos robots destinados a la separación de basura en las plantas de reciclaje. “En un primer momento solo pretendemos complementar a los servicios que ya se hacen, pero quizás en un futuro podamos sustituir ese tipo de trabajo por las características que tiene”, explica Javier de la Ossa, de Sadako.

El proyecto de esta empresa catalana son unos robots autómatas, equipados con cámaras y un computador para analizar las imágenes, que eligen y separan los productos para reciclar. “Las latas y los plásticos son los productos que más se reciclan. Pero actualmente solo se recupera el 20% porque hay un espectro donde no llegan ni las grandes máquinas de reciclaje ni las personas”, cuenta De la Ossa. Estos robots cubren esa zona. La novedad: ellos son capaces de elegir sin que nadie los dirija qué productos hay que reciclar. “Aprenden como los humanos: les metemos un millón de imágenes de botellas de plástico y a partir de ahí deciden qué es una botella”, añade este ingeniero.

Así, los robots pueden reconocer y separar las botellas cuando pasan por la cinta, aunque estén sucias o torcidas. Tres plantas de reciclaje, dos en Barcelona y una en Mallorca, ya están utilizando esta tecnología. De la Ossa es dice: “No son tan rápidos como una máquina, pero les hemos dotado de inteligencia y pueden llegar a ser tan eficientes como una persona”.

3.Búsqueda y rescate en catástrofes

Los robots de rescate, ideados por el proyecto ICARUS FP-7, cubren aire, tierra y mar. Los primeros son Drones equipados con una cámara RGB y una cámara térmica, que permiten crear mapas actualizados de la superficie de la catástrofe. “Esto soluciona uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los equipos de rescate cuando ocurre un terremoto o un tsunami: no hay planos de cómo ha quedado el terreno”, explica Daniel Serrano, de Eurocat y miembro de ICARUS. El análisis de los datos y de las fotografías tomadas por estos robots permite establecer las áreas prioritarias de actuación: qué zonas están más afectadas, dónde se encuentran los obstáculos para acceder a ellas y, lo más importante, permite localizar a las víctimas gracias al calor que emite el cuerpo. Para rescatar a los afectados en tierra, actúan los robots grandes y pequeños. Los de mayor tamaño son una especie de grúas autónomas -funcionan sin que nadie las dirija, basta con enviarles una orden para que la ejecuten- y sirven para retirar bloques de hormigón o troncos, mientras hacen un mapeado del terreno. “Los pequeños son los más inteligentes y ágiles”, señala Serrano.

Estos robots que tienen una mayor inteligencia artificial -y así una mayor autonomía- pueden entrar en edificios dañados o derruidos y encontrar mediante sensores a las personas que hubieran quedado atrapadas. “Entran antes que los equipos humanos para minimizar riesgos y evitar peligros”, detalla el investigador. Los robots con forma de lancha recogen a las víctimas que se encuentren en el agua (tras un tsunami o un naufragio). Se mueven de forma autónoma y localizan los cuerpos humanos mediante sensores y gracias a la comunicación con los Drones del aire. Cuando están cerca del punto exacto lanza cápsulas de rescate con la forma de flotadores. “Esto puede permitir a las personas aguantar alrededor de una hora más hasta que llegue un equipo humano y se las lleve”, dice Serrano. La principal novedad de estos robots es su capacidad de cooperación entre ellos.

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