Verdes, eficientes y rentables

Usuarios finales, empresas de todo tipo y compañías de tecnología al convertirse en entes cada vez más conscientes y responsables del ambiente, se vuelven más eficientes y rentables.

Entérese en este artículo que están haciendo las empresas de tecnología para ayudar a usuarios y organizaciones a minimizar su impacto sobre el ambiente, y como esto genera enormes beneficios en la rentabilidad al tiempo que aumenta su competitividad.

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El tema de “tecnología verde” sigue generando un gran interés de ejecutivos y usuarios de todo tipo. Y es que más allá de la conciencia general de la necesidad de cuidar el ambiente, un mayor número de personas se da cuenta de que aplicar “medidas verdes” contribuye a forjar un nuevo paradigma de empresa y sociedad. Las sociedades preocupadas por el ambiente y que aplican políticas en pro de su conservación, suelen recibir beneficios importantes como agua más pura, aire más limpio, mejores condiciones higiénicas y alimentos de mayor calidad, lo que favorecen la calidad de vida. En las empresas ocurre un fenómeno parecido: la reducción de desechos, los ahorros en energía, la adecuación de los centros de datos y otras acciones por el estilo, terminan configurando una empresa diferente: con empleados conscientes, con un menor nivel de gastos y gran capacidad de adaptarse a los cambios. Por citar un sólo ejemplo, la implementación de un nuevo servicio informático puede reducirse de semanas a horas, al contar con tecnología de virtualización en el centro de datos, evitándose los largos periodos de licitación y compra de equipos, configuración del hardware e instalación del software. Todo esto sin tener que invertir presupuesto en compra de nuevos servidores y rebajando a una fracción el costo asociado al personal para administrarlos.

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Pero… ¿qué puede hacer una empresa para minimizar su impacto sobre el ambiente, más allá del uso de la virtualización y la consolidación de sus servidores? Lo primero es empezar a pensar en términos de eficiencia ambiental, y descubrir que la mayoría de las veces esto también implicará una eficiencia corporativa.

PENSAR EN TÉRMINOS DE “EFICIENCIA AMBIENTAL”

Cuando una empresa se quiere evaluar sobre sus políticas ambientales, es conveniente que use como referencia los tres principios básicos que usa Greenpeace al elaborar su ranking de empresas de tecnologías verdes: materiales usados, disposición de desechos y practicas corporativas (ver recuadro: El ranking de Greenpeace y sus parámetros).

Pero hay compañías que van más allá en su preocupación. Recientemente IBM realizó Eco-Jam, un evento en el que invitó a personas de todo el mundo a participar aportando ideas que ayuden a la conservación del ambiente, surgido desde la tecnología y el mundo de negocios.

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Los resultados finales de este evento digital se conocerán en unos meses, sin embargo la profundidad del debate fue de tal magnitud que desde ya algunos de los participantes están aplicando ideas obtenidas en los foros.

Lo que quedó más claro dentro de todas las discusiones, es que son necesarias métricas y estándares que ayuden a conocer a las empresas su “rendimiento ambiental” y que permitan evaluar soluciones que les permitan mejorar su comportamiento.

Resulta evidente que muchas de las prácticas que aplican las empresas para ser “verdes” se están convirtiendo en estándares, que son incorporadas a las mejores prácticas de los principales vendedores de tecnología, por lo que la gran mayoría de las empresas contarán en breve –a medida de que compren nuevos equipos—con centros de datos más eficientes. Además podrán usar elementos ambientales para mejorar su rendimiento –como utilizar aire del invierno o el agua de los ríos cercanos para mejorar los sistemas de enfriamiento.

En el futuro inmediato las empresas deberán explorar todos sus procesos para lograr un rendimiento ambiental mejor, que se refleje no sólo en su eficiencia como empresas, sino también en los productos que fabrican.

Los fabricantes de software, deberán asegurarse de que sus aplicaciones sean lo más eficiente posible, de manera que exijan menos a los computadores en que se ejecutan. Incluso existe una organización sin fines de lucro, que está creando estándares para medir la eficiencia por vatio de los programas (www.spec.org) y se está tratando de incorporar este aspecto –de la eficiencia del software—en las próximas versiones del estándar ENERGYSTAR. Sin embargo medir la eficiencia del software no es tarea sencilla, y surgen preguntas como ¿qué resulta más eficiente una aplicación ejecutada en un procesador funcionando al 100% o la misma aplicación ejecutada con el procesador al 50%? Por ahora lo que se hace es comprobar la eficiencia del hardware mientras ejecuta pruebas específicas. Sin embargo las empresas pueden actualizar las aplicaciones que mayor carga de trabajo requieren –así como los sistemas operativos donde estas se ejecutan– en especial si las nuevas versiones anuncias mejoras importantes de rendimiento.

Otro aspecto que causo gran interés dentro de la discusiones del EcoJam de IBM, fue la de determinar si la computación en nubes era más eficiente –desde un punto de vista ambiental—que los centros de datos propios. Aunque en principio no hay nada que permita establecer la veracidad o no de los que afirman que las nubes de computo son más eficientes, al tratarse de un concepto reciente, podemos pensar que los centros de datos que conforman las nubes que se están empezando a ofrecer, implementan esquemas de aires acondicionados graduales, virtualización, balanceo de cargas y otras tecnologías que sin duda alguna las harán más eficientes como la mayoría de los centros de cómputo propios de las empresas, en especial si estos tienen algunos años de antigüedad.

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