Si hubiese que definir en una palabra la orientación de la IoT (Internet de las Cosas, por sus siglas en Inglés), podríamos, sin duda, hablar de inteligencia. No se trata de máquinas apoderándose del mundo ni reemplazando a las personas, sino más bien de automatización de procesos en su máxima expresión.
Es lo que desde ambientes académicos se viene denominando como la IoT y que augura grandes cambios en nuestra vida cotidiana y, por cierto, en los negocios.