Regreso a la realidad: Me despido de mi línea terrestre

Mucho antes de que existieran los teléfonos inalámbricos, un cable de 25 pies (7,6 metros) que corría de la pared al teléfono me costaba varios dólares todos los meses. En aquel entonces, todos alquilábamos los teléfonos de Ma Bell. Si uno quería un cable más largo, tenía que alquilarlo también.

Hoy, las opciones con que usted cuenta van desde gritar por el pasillo hasta enviar mensajes instantáneos a cualquier parte del mundo. Sin embargo, por fuerza de costumbre he seguido pagando una cuota exorbitante de US$102 mensuales a Qwest, mi compañía telefónica local, por dos líneas terrestres y por servicios como el de llamada en espera que los antiguos monopolios todavía ofrecen a precios excesivos.

Cada vez que intentaba cambiarme a un servicio mucho más barato de telefonía por Internet, algo me detenía: la poca claridad de las llamadas que recibía de alguien que había adoptado el servicio de Skype, el lamento de un cliente de Vonage cuyo servicio había quedado interrumpido durante un día completo, las protestas de un amigo que había perdido su económico servicio telefónico porque su proveedor se había ido a pique.

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Recientemente, empero, T-Mobile había despertado al tacaño que llevo dentro con una oferta a la que han dado el absurdo nombre de HotSpot @Home Talk Forever Home Phone. Usted primero compra un enrutador especial Linksys Wireless-G de cuatro puertos (US$50) con dos enchufes RJ-11 para teléfono que se pueden conectar a los teléfonos regulares. Por una cuota de activación de US$35 por línea usted recibe una tarjeta SIM que va en el enrutador. Después de ese costo inicial, cada línea le brinda llamadas ilimitadas dentro de EE.UU. por US$10 al mes, más unos US$3,50 por impuestos y comisiones.

¿Las desventajas? Algunos de los servicios que ofrecen otros proveedores de telefonía por Internet, como el correo de voz basado en la Web y la posibilidad de cambiar a distancia el reenvío o transferencia de llamadas, no están disponibles con T-Mobile. Las llamadas internacionales son caras. Enviar faxes no es posible. Cada línea requiere un contrato de dos años con un costo de US$200 por cancelación prematura y para poder usar las líneas terrestres hay que pagar a T-Mobile por lo menos US$50 al mes por el servicio inalámbrico, una manera solapada de amarrarle a uno más a T-Mobile. Y, por supuesto, si pierde su conexión de Internet, se quedará sin servicio.

No obstante, extraje mi tarjeta Visa y me llevé el enrutador a casa. Las llamadas se oían perfectamente. Cuando entraba un correo de voz, los indicadores de mensaje de los teléfonos portátiles se iluminaban. En un momento tuve que reiniciar el enrutador para recuperar el tono de marcar, pero las llamadas entrantes fueron a parar al correo de voz de todas maneras. Yo estaba tan entusiasmado con la idea de ahorrarme US$850 el primer año que decidí pasar mis números viejos al servicio.

Pero no fue tan fácil. Para cancelar la congelación de traspaso que yo mismo había impuesto en mis números hace muchos años cuando un proveedor de larga distancia secuestró mis líneas, tuve que esperar media hora en la línea para hablar con Qwest. Un par de días más tarde, la compañía me envió dos mensajes para confirmar cambios en el servicio que yo no había ordenado. Después de una llamada final para aclarar el enredo me sentí feliz y liberado.

El Día de la Transferencia llegó con una breve interrupción de servicio que requirió una llamada a T-Mobile. Luego los tonos de marcar desaparecieron nuevamente, aunque regresaron después de reiniciar el enrutador. Pero cuando desvié las llamadas a mi teléfono móvil, algunas no llegaron y el correo de voz terminó en la bandeja de entrada equivocada. Y mi contador me envió un correo electrónico frenético en el que me preguntaba por qué mi viejo número de teléfono sonaba ocupado constantemente. Cuando calculo lo que vale mi tiempo, es posible que conectarme a este servicio no sea un negocio tan redondo. Ya he gastado varias horas en conferencias con T-Mobile. Se suponía que una versión beta del nuevo software del enrutador curara el problema, pero volvió a suceder y esta vez el correo de voz no recogió las llamadas durante la interrupción. Esto se solucionó con una versión beta más reciente, pero todavía queda alguno que otro error. Cuando escribo este artículo, el programa se estaba comercializando en Seattle (donde vivo) y en Dallas, así que terminé siendo lo que generalmente he tratado de evitar: un usuario que se adelanta a adoptar tecnología.

Pero la voz por IP y la red de T-Mobile llevan años en el mercado. ¿Cómo es posible entonces que las alternativas basadas en la Internet a los sistemas telefónicos que utilizan líneas terrestres –maduros y confiables, pero caros– sigan siendo promesas con las que no se puede contar?

-Por Stephen Manes

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