¡Se conecta y funciona! ¡Qué sorpresa!

Es emocionante ver que el proceso de comprar e instalar un producto de tecnología transcurra sin contratiempos.

Cuando uno se ocupa de una industria cuyo nivel de calidad típico genera repetidamente historias tituladas “Cómo sobrevivir los peores desastres de la PC” y “Elimine las molestias de Windows”, uno espera que cada nuevo equipo de tecnología le provoque irritaciones, fastidios y demoras. Con la compra de una computadora nueva uno anticipa varios días de calamidades. Instale una nueva red y se verá corriendo de cuarto en cuarto en busca de la fórmula que permita a la computadora A ver a la computadora B y, cuando lo logre, la misma situación, pero a la inversa.

Pero incluso una tarea aparentemente tan simple como conectar un periférico rara vez es tan fácil como parece. Enchufe un teléfono inteligente y se encontrará instalando software de sincronización y quizá hasta un controlador, a los que tendrá que mimar para que trabajen. Encienda una nueva impresora multifuncional y después de varias horas instalando software, algunas de las funciones pudieran trabajar realmente.

A nadie se le ocurriría pensar que estos problemas pudieran surgir con un producto tan simple como un ratón. Pero así es. El modelo óptico que venía con mi última PC tenía botones demasiado rígidos y una silueta muy incómoda para mi mano. Su reemplazo –un modelo mecánico antiguo de Microsoft que saqué de mi sistema anterior– hizo saltar el cursor por toda la pantalla a pesar de que me esmeré limpiando su bola y su interior. Entonces me di cuenta de que era hora de comprar otro ratón.

Hace tiempo, un ratón de computadora no era más que eso, un simple ratón de computadora. Ya no. En los pasillos de una tienda cercana de efectos de oficina encontré una superabundancia de ratones de muchas variedades. Ratones con cordones, sólo con conectores USB y para PS/2. Ratones inalámbricos, recargables y no, con tecnología Bluetooth y tecnologías exclusivas. Ratones para PC portátiles con cordones retráctiles. Ratones con cubiertas antibacterianas. Ratones con una bola donde debería estar la rueda de desplazamiento. Ratones blancos, negros, plateados, grises e incluso con unas preciosas rayas de tigre. Ratones de sesenta dólares y ratones de diez.

Ninguno venía en un paquete abierto para poder probarlo, así que tuve que ir eliminándolos. Los ratones inalámbricos no me servían; la última vez que probé uno, cada vez que arrancaba recibía mensajes de error del controlador. Además, ya tengo que lidiar con bastantes baterías para ahora tener que ocuparme de otras. Y es improbable que mi máquina de escritorio se me escurra más allá de la longitud del cordón.

¿Los ultrabaratos? No, se parecen demasiado al ratón inservible que recibí con mi PC. ¿Los que tienen botones adicionales? Cuesta demasiado esfuerzo programarlos y aprender a usarlos. ¿Con configuraciones y formas exóticas? Es un riesgo ergonómico demasiado caro. En fin, me quedé con un Microsoft Wheel Mouse Optical de US$20, con conectores USB y PS/2.

Punto a favor: La burbuja plástica que sella el ratón en su paquete se abre con sólo dos dedos. Punto en contra: La caja incluía un CD-ROM. Después de las malas experiencias que he tenido con el software para dispositivos de señalización, decidí hacerle caso omiso.

Enchufé el ratón en el puerto PS/2 y arranqué. No vi ningún mensaje referente a un nuevo controlador. No tuve que instalar software. No hizo falta ningún esfuerzo adicional ni curva de aprendizaje. Encontré cómodo en mi mano el ratón, los botones respondieron satisfactoriamente y aunque la rueda de desplazamiento parecía un poco lenta, estoy contento. El dispositivo incluso funcionó bien sobre mi escritorio de Formica blanca, lo cual me permitió eliminar la almohadilla del ratón. ¡Todo un éxito!

¿Se acuerda de aquella promesa rota llamada “Plug and Play”? ¿Recuerda cuando Microsoft anunció el malogrado Windows Me con el lema “Simplemente trabaja”? Entonces se dará cuenta de la placentera sorpresa que es ver, al fin, un destello de la simplicidad que a estas alturas debería estar arraigada en el mundo de la PC, pero que casi nunca lo está.

-Por Steve Manes

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